Cuando el Estado decide aniquilarnos, perseguirnos y encerrarnos no es por simple casualidad, sino porque cada uno de nosotros simboliza el peligro para cualquier Estado. Nos demonizan con su lenguaje desde que no es el nuestro, la prisión es parte de sus lenguaje, parte de la guerra social y de clases. Debo decir que nos ha tocado vivir la prisión no solo en este territorio llamado Chile, también en Argentina, y en cada prisión siempre vi al mismo sujeto ,a mi pueblo-pobre, a mis hermanos de clase y trinchera; al mismo tiempo, el verdugo también es el mismo, su policía.
En el juego de lo que somos y lo que no somos, dejamos claro que no somos víctimas, somos combatientes, y esto no es solo palabras, lo dice nuestra historia y nuestro presente. Esta realidad la hacemos trinchera, no buscada ni deseada, pero nos hacemos cargo de nuestros sueños, de nuestra opción de lucha consciente, de la lucha irrenunciable por la felicidad.
Hermanos, les envío mi fuerza, mi dignidad, mi solidaridad. Entre los pueblos no existen fronteras ni banderas, solidaridad e internacionalismo no son solo palabras al viento, son un arma.
“Aquí nada termina y nadie se rinde, la lucha continúa”
Freddy Fuentevilla Saa. Prisionero mirista. Cárcel de Alta Seguridad Santiago, Chile, Octubre de 2011